Hierberías, brujos
y curanderos se están convirtiendo en seres de otra élite social, pero con
cultura ínfima, a costillas de gentes que se aferran a las incoherencias de
estos sujetos que los defraudan con la supuesta fortuna y éxito que tendrán si
creen en sus palabras.
De todos colores
y sabores son los hechiceros quienes cuentan con la buena o insensatez de
individuos que con tal de alcanzar algún tálamo o fortuna, hacen y gastan su
poco dinero en estos individuos quienes con su verborrea los envuelven y logran
que se perfilen a sus enseñanzas.
Los hacen comprar
veladoras de todos tipos con efigies o imágenes de “santos” o protectores de
divinos que quizás existieron o tal vez no, pero los gentes que los consultan
salen extasiados pensando que en pocos días como les dijo el brujo van a
conseguir, amor, fortuna y tal vez éxito sin hacer nada para lograrlo.
Otros compran
sirios o velas de olor o neutros y hasta hierbas que según les dijo el
curandero, son para sacarles el mal que los tiene “tocados” por haber sido
malogrados por otro sujeto de la misma calaña del que ahora están visitando,
para curarse del extraño sentimiento o padecimiento, que los aqueja.
Con estas
compras, los propietarios de hierberías, también hacen dinero por la buena fe
de estas gentes, pero en fín, cada quien vive de las creencias de otros y
mientras más los engañan, más se acercan a los centros de sanación que abundan
en todos los sectores de la ciudad.
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Hierberías, brujos y curanderos se han apoderado de los
cuatro puntos cardinales de la ciudad engañando a personas de buena fe que
creen en estos sujetos que solamente los defraudan con su palabrería de
sanación.

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